Dinámica en programas

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Cuando comencé a los 9 años nunca conocí programas recreativos ni competitivos, simplemente empecé a ir a la piscina de dos veces en semana a 6 días. A veces con mucha insistencia volvía locos a mis padres porque terminé pagando dinero al vecino para que me llevaran a entrenar a la piscina. Mis padres no se dieron cuenta del cambio hasta que les llego la carta que dice su hija ha sido seleccionada para representar a Puerto Rico. 

La introducción del deporte en los niños debe ser sutil y progresiva. Una vez identificamos la disciplina en la que ellos se sientan cómodos y retados, es momento de empezar a sentar métodos de responsabilidad y pensamiento perseverante. Es por eso que los programas en etapa de desarrollo deben dividirse entre recreativos o competitivos. 

El deporte recreativo tiene la modalidad de introducción y de entretenimiento, en otras palabras procura desarrollar el aspecto físico e incentivar el emocional y social. Mientras que el competitivo o alto rendimiento exige estructura, tiempo, disciplina, capacitación, perfeccionamiento técnico y  evaluación constante de exigencias físicas y psicológicas. Ya no hablamos de 1 ó 2 horas a la semana sino de 3 a 4 horas diarias. 

En el aspecto administrativo debe funcionar de la misma manera, aunque los programas recreativos y competitivos pueden desenvolverse como parte de un macro cada uno debe tener su estilo de funcionamiento en cuanto a estrategia y comunicación. Aunque y hago paréntesis, ambos deben tener las mismas reglas de disciplina; como empezar a la hora asignada, el maestro (a) o estudiante no falte y si lo hace debe excusarse, traer el equipo correspondiente de trabajo, llegar al centro deportivo con una actitud proactiva y de respeto, son los principios de responsabilidad que el recreativo trabajará indirectamente y en el competitivo serán reforzados. 

La dinámica del trato con los padres está ínfimamente ligada con la estrategia y comunicación. No queremos ser tan estrictos que salgan corriendo o ser tan apáticos que se vayan porque no hay nada establecido. Ambos extremos, provocan que la gente asuma puestos que no corresponden o desatan discrepancias en pensamientos, actitudes y comportamientos.  Al final es una píldora de confusiones, poderío, chismes, intereses o favoritismos, que no conducen al trabajo, motivación y participación en equipo.

Esto es todo lo contrario, como comunicadores debemos ubicarnos con nuestros grupos  para comprender y respetar sus situaciones porque son difíciles como  también la de nosotros.  Aunque muchos dicen que yo no somos un cuido, lamento decir que si lo somos…ocupamos el tiempo de sus hijos (as) por varias horas enriqueciendo sus mentes y agotando su cuerpo.  Los padres tienen la intención de que sus hijos hagan algo y eso es un paso.  Cada estrategia debe estar ligada al programa según el enfoque de compromiso. Si el hijo está por que  le gusta o para que “haga algo” se establecen reglas pero el plan de trabajo será diferente. Por eso a la hora de diseñar programas debemos considerar tres puntos:

1)         El “wording” de la comunicación es amistosa y gramaticalmente correcta- vamos a establecer un esfuerzo por saber cómo expresarnos de la forma más sencilla y justificada sin lenguajes complicados que provoque entendimiento y participación por parte de nuestros grupos. Somos interlocutores  no comunicadores porque estos procesos van más allá de dar un mensaje sino una retroalimentación que nos permite comprender, explicar y modificar planes de trabajo proactivamente y en beneficio de nuestros grupos, que sin ellos no tenemos nada. Necesitamos los tres grupos: padres, entrenadores y atletas.

2)         Que promocione su interés y compromiso- De algo he aprendido en mis años deportivos es que sin promoción no hay forma alguna de levantar una disciplina, sin movimientos jamás veremos acción. Los planes de trabajo en conjunto y paralelos están para mantener el interés, por consecuencia demuestran consistencia y credibilidad ante los grupos frente a sus administradores. Todos los padres quieren que sus hijos se destaquen o que tengas las oportunidades de crecer no importa si es a nivel recreativo o competitivo.

3)         Ofrezca económicamente una opción viable y justa- En algún lado aprendí que menos es más pero aquí en el deporte, es más por menos. Cuando los niños empiezan una disciplina no solo adquieren unas destrezas técnicas deportivas sino que desarrollan una capacidad emocional para enfrentar retos, ser fuertes, disciplinados, respetuosos, responsables, etc. No hay nada mejor para un padre saber que mi hijo (a) está en un aprendizaje integrado y que además se incorporan en la practica de actividades relacionadas al deporte que desarrollan capacidades aunque no sea directamente. Por ejemplo: Si mi hijo (a) juega soccer, en la clase una vez a la semana le dan psicología y pilates o si juega polo acuático también como parte de la practica tiene natación, gomas, bolas medicinales, etc. Preparemos planes con los entrenadores que enriquezcan la disciplina que logre ser interesante no solo para los niños (as) sino también para los padres. Créame que evitamos que los padres se compliquen llevando los hijos a otras actividades sino que en un solo lugar lo conseguimos todo. 

La dinámica de programas deportivos deben fomentar tener más multitud para cumplir con su desarrollo en cadena desde edades tempranas 12 años y menores, 13+, 15-18 años. Son muchas áreas que cubrir en el plan de trabajo y necesitamos voluntarios. Sin embargo, hay que educar con reglas básicas de convivencia, enseñarles cómo es el juego, eso nos permitirá crear conocernos más, lo que repercutirá en tener más conexiones, tiempo y participación del voluntario. Si no es así, no esperes que tengas un niño (a) que te dure más de cinco años. No es inversión ni para ti ni para los padres. Para conducir al alto rendimiento un niño (a) debe estar en el deporte al menos 5 años en desarrollo y perfeccionamiento. Y muchas veces, lo están y cuando llegan al 6to año lo perdemos. 

En fin, el trabajo no es solo ocuparnos de sus hijos sino también de ellos preparándolos para el brinco a la competición. Lo lejos que puede llegar nuestros hijos dependerá grandemente del empuje de los padres o misteriosamente del valor, coraje y ánimo que le pueda dar el niño o la niña al deporte sin olvidar la motivación de los recursos que tengamos. 

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